sábado, 18 de agosto de 2012

Me decepcionaron, aprendí a ser fuerte y confiar igualmente en todas las personas que querían una dosis de confianza. El suelo ya no es demasiado duro, no digo que sea blando, pero caí bastantes veces como para saber evitar una caída realmente dolorosa. Evité mi voz, evité gritar sin razón, hablar en alto para que me escucharan; ahora he aprendido a hablar menos y mejor para que me entiendan. Nunca escondo el corazón, y muchas veces va loco y se choca con alguien que le dice que no todo es tan fácil; pero mi corazón nunca quiso cambiar. La vida me enseñó a sonreírle, y muchas veces, a reírme de ella cuando no la comprendiera. He asumido mi responsabilidad, la de ser humana, persona humana, y no me quiten dignidad ni me humillen, pues todos somos iguales en cuanto a eso. Encontré mi virtud, y mi corazón empezó a resbalarse en las palabras. Mi mente, aprendió a leer entre líneas, captando cada emoción, cada sensación que desprendían mis manos. No hay batalla sin tregua,  
y entendí que las personas debían de luchar para conseguir algo que no venia solo. Sin embargo, también he aprendido, que a la larga, hay personas, situaciones, simples sueños, que vienen tan solos, ni si quiera esperados.

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