martes, 21 de abril de 2015

Des(conocidos)

Hacía que sí o hacía que no,
siempre el amor lloviznando
pero no lloviendo.
Un día ellá corrió el tupido velo,
pero hacia el otro lado del duelo.

Se preguntaba por qué unos hacen más,
y por qué otros hacen menos.
No entendía, si había amor,
por qué las palabras no eran actos.

Por eso, un día se da cuenta.
Ni las penas, ni la edad,
ni ser hombre de horizontes,
o una mujer con sus dotes,
te auguran ganar.

Creyó entonces que no valía todo,
y que cambiar la lanza por la letra
no era más que seguir con el daño
y sentirse de nuevo perdido.

Creo que se dirigió por otro camino,
habían curvas, habían piedras,
pero el cielo seguía; ella también,
y sueños con forma de rosas.

Ni él venció sus ansias por cambiar,
ni ella derrotó sus ganas de regresar.
Cada uno amaba a su manera,
y cada uno por un lado caminaba.

lunes, 6 de abril de 2015

Pequeña complejidad.





Te veo desligándote del suelo, temer a la vida como un niño que ama el mañana y  desplomarte en la soledad de tus sonrisas, en la pasión que te atrapa en colores bellos. Siempre despierto ante la duda y amando el misterio. Volvía a sonar el ruido de la libertad cuando se hacía infinito el sentimiento, y que cuando escribía, no dejaba paso a lo lógico , pues  empezó a ser fatídico. A veces,  hasta  paraba los pies al reloj, horas fugaces que controlan suspiros. Así, describir el tiempo perdido, la realidad inmersa en tu cabeza, la triste y fatídica duda, la mayor injusticia o la tormenta emocional más aplastante, resulta algo difícil a la vez que fascinante. Pero estas palabras son pequeñas para poder describir cualquier rasgo humano de lo más preciso y precioso, cualquier comportamiento clave en tu personalidad, cualquier mirada distinta, cualquier arte en tí. Esas lágrimas me dejaron descolocada en mi pequeño discurso y me llenaron de magia cuando te vi sonreír de nuevo. No podía encontrar más teorías y volví a perderte el rastro.  Me destronaste la razón que reinaba y me quitaste la batuta del amor, pero me diste sueños escondidos en baúles que aún olían a recuerdos, y segundos que sabían a eternidad.

Tu maestría en palabras o en sonrisas se entremezclaban y me dejaban respirar el aire que empujaba a tus abrazos, que eran aquellos pasos encontrados. Encontré inspiración en tu corazón y arte en tu complejidad, tan paradójicamente simple. Me gustaba que me cambiaran las cosas de sitio y me dejaran tiempo para recuperar el orden. A veces, por eso, escribía cosas como esta. A lo mejor carecían de sentido, de razones sólidas o de ideas claras, pero sobraban motivos y no podía haber más naturalidad en cada frase, ni más dinámica en el baile de palabras que ríen al adversario cuando les acecha y las quiere malinterpretar.