No me gustaba ser esa típica
carga pesada.
La verdad, a veces sentía
que el tiempo no pasaba.
No sé, a lo mejor era la idea,
esa ilusión efímera.
Pero tampoco entiendo por qué,
por qué decirlo no era hacerlo.
Me di cuenta,
-mucho- más tarde
Que el amor no entiende de promesas,
y que sólo las pretende.
Por ello me topé con la desilusión,
con esa pequeña gran destrucción
en mil pedazos , de un corazón.
Y jamás me construí un caparazón.
Porque sentir tristeza era
esa dura enseñanza que nos da la vida,
pero que a veces es eterna,
y cansa.
No sé si el tiempo hablará,
si las personas cambiarán,
si el cambio y la mejora,
será la sede del éxito.
Pero ojos que no ven,
corazón que no siente.
Y así tu mirada, a veces perdida,
no veía la mía, en ocasiones
hundida.
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