lunes, 3 de noviembre de 2014

Y es que a veces, no todos saben ver bien...

También era bonito ver cómo las hojas del otoño caían dejando paso a la primavera de los enamorados; enamorados de la vida, claro. No sé si el tiempo nos dará el placer de conocer más allá de aquello que vemos, o de conocernos mejor , tú y yo, ella y él, un padre y un hijo...  O si, por el contrario,  el frío congelará este momento y al recordarlo nos paralizaremos, y tratando de escribirlo nos perderemos en el mundo de los soñadores. Bien, supongo que a veces, se tuerce la cordura en la locura y nos volvemos un poco niños; y no digo infantiles, digo niños. Porque ver brillar la luz de algunas cosas nos lleva a querer enseñarles a los demás lo que realmente vemos. Y vemos golondrinas en el aire que se transforman en el reflejo de alguna melodía libre, y también podemos ver las siluetas de personas en trozos de algodón fríos, pero dulces. Así avanzamos, paso por paso, imprecisos o preciosos, correctos, o incorrectos, pero siempre vivos. Tan vivos como el recuerdo de algunos o las frases más bonitas alguna vez escuchadas.  Y así es como tú, ellos, y muchos lo vemos. Jamás pudimos quedarnos atascados en el mero hecho de avanzar, en llevar nuestros pasos a algún lugar sin dueño ni destino, sin control, sin aspiración, sin motivos ni sueños, ni ilusiones, ni objetivos.  No podía, imaginarme un mundo sin amor, sin locura, sin pasión, sin arte, sin amistad. Era un mundo muerto, pensaba. -Y estuve un poco triste cuando no lo entendían- Creo que conocí a algunas personas que  decían de ser pesimistas, y aunque algunos estaban orgullosos de ello, sé que solo pedían a gritos una mano que pudiera rescatarles de aquél negro, gris, oscuro y triste agujero. Aunque no por ello puedo decir que el optimismo me dio alguna escapatoria mejor; era también inútil vivir de sueños si no podían ser por un momento una realidad; y por eso salir por patas era la verdadera escapatoria.

Sí, había quién hablaba de mí como alguien demasiado segura de si misma. No obstante, yo también caía. Pero veía con colores el futuro y con luz mis sueños, como estos versos, ciertos abrazos, como querer que tú compartas conmigo esto. Porque compartir nos hace ser mejores, un poco más felices, más libres;  más nobles hacia aquello a lo que le debemos respirar, a lo que le debo poder llenar con palabras tantos huecos como sueños, corazones enteros, sentimientos puros. No se que es ni de donde pueda salir, a lo mejor,  quizá,  solo sea vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario