lunes, 9 de marzo de 2015

Como el mar.


Yo también tenía miedo
 a esa interna lucha,
y por eso me alejaba,
 de la coraza tan estrecha
 que estaba cosida por la invisible
y  gran brecha.

Aquella que en tu intento por cavar
o excavar nuevos caminos,
te alejaba de tu habitual andar
y te llenaba de motivos
para seguir y dar.

Y, otra vez aquí acecha.
Esa nube gris que Cupido
 vuelve y  aprovecha,
para desde arriba lanzar
esa blanca y pequeña flecha.

Esa que nunca duele
y que es como el azúcar,
como el mar que es dulce
(y a veces salado lugar)
Como el amor que nace,
y a veces crece.

Tan natural como el gesto de una mano
diciendo
-ven-
o unos brazos que se abren de nuevo,
y dicen
- ten- ...     (Ven-te)






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