En el duelo más innovador de la persona se encuentra el acecho más leal del corazón humano que por consiguiente se muestra retraído por el temor a no ser amado. Amado es el nombre de aquél que es querido, de aquél que se muestra abierto en el alma de muchos otros que prometen infinito. Muchos se perdieron y luego se encontraron, otros nunca se perdieron y otros nunca se encontraron. De todas formas la mejor manera de tocar fondo es sabiendo que después de ello solo podemos tirar para arriba. Porque en este prometedor mañana es fácil distinguir donde podremos sonreír, donde no, donde sabremos que las cosas puedan ir mejor de lo que actualmente sucede. Y pasas por mi vida de una forma singular, remotamente extraordinaria, y no reclamo al cielo otro regalo porque tú me lo diste y eres tú quien provoca estas palabras.
Cortos, suspiros cortos. En busca del cobijo en donde no quisiera yo no llorar porque no hay otro lugar más propicio para mis llantos. Y es que nunca me sentí así. Un cúmulo de emociones que quisieran hacer de mi vida algo más satisfactorio. Por eso no es que busque a alguien que me complemente, busco a alguien que me complete. Porque al final las diferencias se restan y queda la cifra más bonita de todas. Esa cifra que en su naturaleza permanece numerosa pero a la vez infinita, y así mis súplicas quedan puestas en libertad cuando encuentro la cifra más incalculable a pesar de que pueda reñir con la lógica mas superflua de todas. A los ojos hipócritas de corazones que luchan por su felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario